Un torbellino de pensamientos en mi cabeza, bajan directamente sin darme tiempo a traducirlos a palabras a mi garganta, descendiendo a toda velocidad hasta mi estómago. Un torbellino que se retuerce impidiéndome tragar saliva e incluso que pase el aire, por lo que mi cerebro, sin oxígeno, no consigue procesar la información que le llega del exterior.
No entiende, no puede entender lo que sucede a su alrededor y eso que esta vez es en español.
20 metros de aislamiento, de soledad literal y ficticia rodeada de 20 piernas, 20 brazos, 20 manos y pies que no siento a mi lado, que no quiero sentir pues más que otra cosa me hacen daño.
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