Desde
que te has independizado nos vemos menos. Solo coincidimos a veces en
la hora del almuerzo. O cuando organizamos una cena.
Apenas
apareces por casa. Y te echo de menos. El salón se nos ha quedado
pequeño para cualquier reunión. Teníamos que haberle metido el
dormitorio.
Porque el pasillo sigue muy transitado con patas de muebles y cajas. Y de la
entrada ya no sale nada ni nadie.
En
mi baño todavía quedan cosas tuyas, aparte de cabellos.
No
sé si llamar a la puerta. A lo mejor estás ocupándote de algo
importante. Mejor me voy. No quiero molestar.
Antes
era más fácil, cuando uno de los dos baños siempre estaba abierto
y el otro cerrado.
Ahora,
sin embargo, dudo sobre si en el tuyo estarás tú dentro.
P.D.
A
colación de eso sobre lo que hablábamos en la última reunión: los
perros tienen derecho a baño compartido de uso público con horario
restringido.
Los
niños no: ellos tienen obligación a venir miccionados y defecados
de casa o en su defecto a llevar retrete portátil.
P.D.2.
Te
dejo la nota bajo la puerta.
Cuando
la leas, hazme una perdida (más de un tono o no lo oiré desde la
cocina).
No hay comentarios:
Publicar un comentario