jueves, 11 de marzo de 2010



Iba a escribir una entrada sobre el egocentrismo y/o egoísmo que caracteriza a la raza humana, pero voy a predicar con el ejemplo y no voy a ser egocéntrica y/o egoista porque el ejemplo que iba a utilizar para hablar de ello era una situación personal; por todo ello voy a hablar de los que hoy no pueden hacerlo porque hace seis años perdieron la voz o mejor dicho se la robaron: LAS VÍCTIMAS DEL 11M.

Recuerdo que ese día llegué a mi casa después del colegio y me encontré la tele encendida (algo no habitual) y a mi madre sentada en el sofá (lo cual no hace muy a menudo), para más inri estaba viéndola o mejor dicho estaba perdidad entre las imágenes que iban apareciendo una detrás de otra sin darme tiempo a reaccionar y averiguar qué había hipnotizado de esa manera a mi madre.
En ese momento mi primera pregunta fue: "¿Dónde ha habido un accidente?".
Mi madre salió de su estupor (en aquel instante me dije que había vuelto a la realidad cuando hoy me doy cuenta de que esas imágenes también eran, por desgracia, la pura realidad), y me respondió: "Aquí".
Yo me quedé boquiabierta y no supe plasmar con palabras mi asombro, así que yo también me senté e intenté enterarme de lo que ocurría, pero no comprendí nada sólo se que las imágenes que ví se me quedaron grabadas en la mente y que aún hoy no consigo quitármelas de la cabeza, fue algo que me marcó.

Un poco más tarde conseguí comprender que todo eso no eran efectos especiales, no era una película era real y había sucedido "Aquí" en España, en Madrid y además no había sido un "accidente" era un hecho como dirían en las películas "con premeditación y alevosía" vamos planeado a conciencia hasta el último detalle para que nada saliera MAL, y me pregunto yo ¿podría haber salido PEOR?.

De todo esto habla una canción de LODVG titulada "Jueves" porque por si no lo sabeis fue un jueves tal cómo hoy; el hecho es que cada vez que consigo terminar de escucharla rememoró ese día: el día en que comprendí que la violencia existe de verdad y que ésta, estaba más cerca de lo que nunca había estado, aunque justamente hoy es cuando realmente he comprendido que si hubiera estado ese día en la estación de cercanías de Madrid tal y cómo hoy he estado esperando al tren que cojo diariamente, quizá no hubiera llegado a mi destino.

Y cuando el destino de una persona se ve obstaculizado, el destino de todas las demás también cambia: por eso creo que no se puede cuantificar el número de víctimas porque víctimas no es sinónimo de fallecidos ni siquiera de heridos o afectados, víctimas somos todos los que ese día perdimos algo: yo en mi caso, perdí la inocencia y descubrí que la vida a veces es en blanco y negro.