¿Qué hay en esas otras calles secundarias menos transitadas? Cuando paso por una vía principal y miro a ambos lados, pienso que me gustaría alejarme de esa ruta, habitual, y averiguarlo, descubrir porqué no tienen tanta afluencia, porqué son olvidadas y relegadas a ese segundo puesto. Porqué solo albergan transeúntes que buscan un recorrido alternativo o que realmente saben lo que en sus rincones esconden, y se dirigen sin dudarlo hacia ellas.
Lo mismo me ocurre cuando miro una foto, ¿Qué había fuera del encuadre? ¿Porqué el fotógrafo decidió enfocar esa parcela de tiempo? ¿Cuándo y cómo decidió hacer clic en ese preciso milisegundo eternizando a su vez dicho instante?
domingo, 30 de septiembre de 2012
sábado, 29 de septiembre de 2012
Siento que estoy dentro de una burbuja, en un microcosmos, que soy una tortuga que no quiere salir de su caparazón.
Suelo mirar hacia la ventana con frecuencia, y mientras veo la gente pasar pienso: ¿Por qué estoy en este otro lado?
Y si es de noche, me digo que detrás del cristal está oscuro, pero ¿realmente lo está?
Suelo mirar hacia la ventana con frecuencia, y mientras veo la gente pasar pienso: ¿Por qué estoy en este otro lado?
Y si es de noche, me digo que detrás del cristal está oscuro, pero ¿realmente lo está?
viernes, 28 de septiembre de 2012
Esta vez, no es una maraña, ni un cúmulo, es no saber lo que es, eso es lo que me inquieta.
No estar segura de donde colocar la tilde, el desconcierto, la incertidumbre.
La ausencia, de pautas.
La existencia de espejos que reflejan el reflejo, los rayos de luz centrífugos.
Átomos unidos y separados al instante.
Miles de trozos de cristal hechos añicos.
Parálisis involuntaria.
No estar segura de donde colocar la tilde, el desconcierto, la incertidumbre.
La ausencia, de pautas.
La existencia de espejos que reflejan el reflejo, los rayos de luz centrífugos.
Átomos unidos y separados al instante.
Miles de trozos de cristal hechos añicos.
Parálisis involuntaria.
domingo, 23 de septiembre de 2012
sábado, 22 de septiembre de 2012
Un torbellino de pensamientos en mi cabeza, bajan directamente sin darme tiempo a traducirlos a palabras a mi garganta, descendiendo a toda velocidad hasta mi estómago. Un torbellino que se retuerce impidiéndome tragar saliva e incluso que pase el aire, por lo que mi cerebro, sin oxígeno, no consigue procesar la información que le llega del exterior.
No entiende, no puede entender lo que sucede a su alrededor y eso que esta vez es en español.
20 metros de aislamiento, de soledad literal y ficticia rodeada de 20 piernas, 20 brazos, 20 manos y pies que no siento a mi lado, que no quiero sentir pues más que otra cosa me hacen daño.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)