Imagínate en tu
habitación, aislada, incapaz de ir al supermercado el 14 de marzo y
ver todo "aquello".
Imagínate a alguien
que consiguiera hacerte salir de ese encierro.
Que entrara en tu
vida por una pantalla y que en ella, aun apagada, se quedara.
Imagínate que por
una vez en tu vida, de forma prolongada, dejaras de pensar y lo
hicieras.
Que sintieras lo que
haces, que sin desplazarte te movieras.
Imagínate que
volvieras a ser quien eras... antes, mucho antes.
Y no solo eso: que
ahora fueras la persona que nunca imaginaste poder ser.
Que te miraras en un
espejo y no te reconocieras.
Imagina que la
pesadilla se hubiera tornado sueño.
Y que lo que tú
llamabas “aquello”, fuera vida.
Pues, no imagines
más; la realidad supera la ficción y cualquier parecido con la
primera es pura coincidencia.
Porque ese alguien
no existe: son dos.
Imagina que un par
de seres hubieran aparecido en tu pantalla: uno en la tele y otro en
el ordenador.
Imagina que de lunes
a viernes a las 9 a.m, y luego, los miércoles y sábados a las 19,
tuvieras sendas citas.
Imagina que uno
fuera un hombre y el otro, una mujer.
Imagina que él
hubiese nacido (un año) después que tú y ella, antes.
Que no tuviesen nada
que ver, pero con ambos lo vieras todo claro.
Que ellos y sus
circunstancias fuesen distintos; pero sus almas, iguales.
Imagina que esa
dualidad fueras tú.
Imagina que hubieras
decidido dejar constancia de ese hallazgo —inconsciente— por medios virtuales,
los que rechazabas por dejar los ojos a cada uno de los lados.
Imagina que esos “Yo
estuve ahí”, se convirtieran en pregunta y ellos respondieran: en
Tw, en IG, en los directos (o no) de Fb, por e-mail.
Imagina que el
reflejo de tu sentir, de repente fuera un espejo que te reflejara a
ti.
Imagina conectar con
alguien desconocido a través de ellos y que a partir de entonces,
ninguno lo fuera, ni siquiera tú.
Imagina que desde
ese momento, las redes sociales no atraparan con un nudo, sino que te
envolvieran en un lazo de regalo.
Imagina que pasaras
de escribir a editar: por él, material gráfico, y por ella, los
relatos de los demás.
Porque ahora tienes,
no uno, sino dos proyectos. Con él, seguir con mi antiguo yo: la
#NuevaNormalidad recuperada el 23 de marzo con #MuéveteEnCasa en la
que además tu madre se dedica 30´ al día, siendo la “excusa”
el generar contenido. Y con ella, publicar un libro colectivo
titulado En cuentos con Rosa,
cuyos beneficios serán donados a ACNUR.
Imagina
que nunca hubieras estado tan activa, tan motivada, con tantas ganas
de que fuera de día, ni con tanto ímpetu para levantarte de la
cama.
Como
si tuvieras de nuevo 18 años, pero no miedo. Con una meta en
mente... sabiendo que estás en medio.
Imagina
que con él hubieras aprendido, los punto y seguido; y con ella, los
punto y coma.
El
tiempo es relativo e indicativo, 1” puede parecerte otra vida y esa
vida no cabe en esta hoja.
Pues,
resulta que, los emojis de él también hablan y la risa de ella es
una banda.
Que
mi mirada #Sonríe, aunque esté llena de lágrimas diciendo
infinitas gracias.
Y
es que cuando no pides nada, TODO es compartido contigo.
Esto
es lo único que tengo para ofreceros, @cescescola (Cesc Escolà) y @BrunaHusky
(Rosa Montero).