sábado, 16 de junio de 2012

Cuando los recuerdos te atan al pasado, es hora de parar de recordar porque mientras tanto te estás perdiendo el momento.

Estás olvidando lo más importante: que tu vida es hoy, ahora, mientras escribo esto y me doy cuenta de ello.

Porque las malas épocas son pasajeras, al igual que las buenas, pero utilizar el tiempo en las primeras te impide vivir las segundas.


¿Sabes lo que sentía, verdad?
Sé que lo sabes, la cuestión es que aún hoy lo siento.
Tienes que darme una razón para que deje de sentirlo.
Solo una, una nada más.
Necesito una razón, tengo que olvidarlo.

Hace un tiempo tuve un sueño:
 Soñé que por la crisis el metro había desaparecido ante la imposibilidad de mantener sus costes, y en su lugar el único medio de transporte disponible era el autobús. Pero, ahora ya no existían los autobuses de línea, de hecho este no venía hasta que se habían reunido el número de pasajeros suficiente para cubrir todas las plazas, de modo que no se desaprovechara ninguna.

 Hasta aquí todo "normal". El caso es que ante la interminable espera, todos los futuros usuarios tuvimos que ir de parada en parada en busca del bus. No se sabe el tiempo que pasó, pues se hizo de noche y de nuevo por la crisis, las farolas dejaron de alumbrar la calle.

 En ese momento recordé que tenía una vespa y para adelantarme y hacer señas al conductor de manera que los demás pasajeros no tuvieran que darse semejante caminata, la puse en marcha. Tuve que frenar en seco pues vi un bulto en la acera. Encendí los faros, desobedeciendo a la nueva ley que prohibía dicha acción, y el bulto se convirtió en cuatro ciclistas pertenecientes a la misma familia que debido a la prohibición de encender sus faros y al haberles caído la noche encima habían chocado unos con otros ante la escasa visibilidad. Pedí ayuda, me acerqué, por suerte todos respiraban aún. Me subí de nuevo en la moto, en busca de una ambulancia, esta vez eso sí con los faros luciendo a su máxima potencia.

  Epílogo: En ocasiones descubres lo que de verdad te importa soñando. A veces, lo único que puedes hacer con las reglas es saltártelas, pero para eso debes conocerlas; otras aquello que detestabas se convierte en una solución.