Desconozco
por qué han decidido celebrar la Misa-Funeral “online” por los
fallecidos a causa del COVID-19 precisamente el 3 de mayo. Ni quién
ha elegido esta fecha y no otra.
Ya que
hoy es -o era- el Día de la Madre. El día en el que todos nosotros
nacemos porque es entonces cuando empieza nuestra vida. Con ellas. Y
el homenaje, tendría que ser enteramente suyo.
De entre los fallecidos habrá
madres, y también habrá hijos.
Entre
las víctimas, madres sin hijos e hijos sin madre. Aunque ninguno
deja de ser hijo, ni tampoco madre. Continúan con su papel: las
madres, sea cual sea la edad del vástago; y estos, por muchos años
más que cumplan, siempre seremos hijos de -sin apelativo.
Heredamos el 50% de su material
genético. Y cada una de sus alegrías y sus penas... mientras
estaban embarazadas. Pero de TODAS las madres de las madres hasta
llegar a la primera.
Existe el amor de madre. Un amor que
se multiplica cada vez que se divide. Original, a pesar de que su
origen no sea el mismo; y radical, por mucho que no provenga de una
única raíz. Un vínculo permanente más allá de la vida y de la
muerte.
Y solo sé, que siento cómo una
madre ama a un hijo en la terraza. Aunque la madre sea humana y el
hijo, un mirlo de la calle.
Su
nombre es el de la suya propia. Yo la llamo: MAMÁ.
GRACIAS,
POR TODA TU HERENCIA.