sábado, 23 de octubre de 2010

Cosas que dejan de ser cosas (1)

Decidí escribir todo lo que me hacia sentir bien y descubrí que hay muchas cosas que merecen la pena, de hecho voy a dedicarme a encontrarlas todas e irlas añadiendo progresivamente en esta lista que espero crezca más y más.

1.Leer
2.escribir
3.escuchar
4.transmitir ideas
5.sonreír y que me sonrían
6.reír a carcajadas
7.que me hagan cosquillas
8.leer el periódico al revés
9.coleccionar frases
10.hacer del instante algo eterno (fotografiar)
11.mirar y que me miren a los ojos
12.recortar periódicos y revistas
13.montar en bicicleta
14.recibir cartas
15.andar sin rumbo
16.levantar la vista al cielo
17.oler la tierra mojada
18.el silencio
19.conseguir lo que me propongo
20.oler un libro
21.sentir las gotas de lluvia
22.caminar por la orilla descalza
23.oír el rumor del mar
24.viajar
25.soñar despierta
26.dormirme con el sonido de la lluvia
27.arrancar la hierba cuándo me siento en el césped
28.coger puñados de arena y soltarlos lentamente
29.saltar en la cama elástica
30.bailar
31.cantar
32.mirar por la ventanilla
33.dar y recibir abrazos
34.sentarme en el respaldo de los bancos
35.observar el firmamento
36.cocinar
37.ver a alguien pasar páginas
38.hablar en francés
39.saludar
40.regalar
41.dar las gracias
42.Francia
43.comer
44.ser yo misma
45.las ciudades grandes
46.las exposiciones
47.bromear
48.todo lo que existe de manera natural
49.oler el pan recién hecho
50.las hadas
51.las bolas de nieve
52.observar a la gente cuando pasa
53.identificar olores con lugares
...

sábado, 16 de octubre de 2010



Estoy feliz, si, puedo decir que estoy feliz, pero me siento mal al hacerlo.
El otro día me encontré en una plaza a una mujer durmiendo en un saco de dormir encima de un banco, la plaza estaba medio vacía salvo por ella, su perro que era el único ser que le prestaba atención aparte de mí y tres o cuatro personas más. Y me pregunté que le habría llevado a esa mujer a tener que dormir al amparo de la noche, con su perro cómo única protección.
Un par de días después un hombre con muletas subía con gran esfuerzo una cuesta y se paró para pedirme dinero y lo único que recibió fue el descenso de mi mirada, esa misma tarde al bajar al metro otro hombre que también pedía dinero me saludó y yo no fui capaz siquiera de contestarle.

No me diferenció en nada de las tres o cuatro personas que pasaban de largo por la plaza, soy igual que ellas porque aunque yo me di cuenta no hice nada más que eso: darme cuenta. ¡Váya mérito!, ¿Verdad?. Además fui una cobarde con los otros dos hombres; con el primero,no tuve la valentía de mirarle, de perder unos segundos en hacerle saber qué había alguién que se había percatado de su existencia, y con el segundo no me digné a contestar o a dedicarle una sonrisa, de hacerle sentir que no estaba solo.
En vez de eso, lo único que hago es hablar de ellos en la sombra, intentando ocultar mi culpa con palabras, con unas palabras que seguramente nunca leerán, aunque por suerte jamás sabrán que alguién les dedicó unas palabras por miedo a dedicarles tiempo.

Sin embargo hay quién sí hace algo por la gente, aunque no sea consciente de ello:
Esta semana en un pasillo del metro un hombre tocaba un raro instrumento a la vez que cantaba una animada canción en un extraño idioma, mientras bailaba con ritmo al són de la música. En un principio el fin de todo esto era obtener algo de dinero de manera digna, pero aunque todo ese tinglado podía parecer rídiculo lo cierto es que al pasar todo el mundo sin excepción entornaba la boca en una sonrisa, incluso había quién se reía a carcajadas o se ponía a bailar acompañando al extraño músico; todos por unos segundos olvidaban sus quehaceres y escuchaban esa canción.
Y eso es algo que él sólo sin proponérselo siquiera conseguía de manera gratuíta porque la mayoría no le echaban dinero.

Si una persona sin proponérselo es capaz de hacer feliz por un instante a la gente ¿De qué seríamos capaces todos los demás?

Ojalá que esta pregunta llegue a tener respuesta.