domingo, 6 de marzo de 2022

Como si...


Llega el metro.

Me meto dentro.

Y, nada más hacerlo, bajo.

Como si no fuera el mío.


Viene otro.

Me subo.

Las puertas se cierran.

Pulso el botón de emergencia.


Como si fuera el conductor,

se abren las puertas.

Bajo en el último minuto.

Me doy la vuelta.


Mientras, tú me pellizcas.

Como si fuera un sueño.

Y, sin decir nada, te alejas.

Como si, al igual que la maleta que llevas, tuvieras ruedas.


Sonríes, señalando que no tienes tiempo.

Me enseñas el pase del AVE,

con el mismo trayecto: origen Atocha

y destino a ninguna parte.


¿No pensabas pararte...?

¿Para qué anuncias tu llegada,

que estás ahí, si no ibas a quedarte?

Te diriges a la vía del tren como si fuese tarde.


Pero el reloj no tiene agujas;

ni el billete, fecha.

Te acompaño. Me dejas.

Como si nunca nos hubiésemos visto antes.


Sin embargo, me reconociste.

Y yo supe al instante quién eras.

También, dónde está la salida;

o que para ti era una estación de paso.


Se acaba el transbordo.

Son las 8.

Me despierto.

Como si nada de eso hubiera sido cierto.