sábado, 13 de octubre de 2012

Siempre me gustó el olor del frío, la sensación de un soplo helado en tu rostro.
Es lo más parecido que conozco a la pureza.
Pero hoy al abrir la ventana y sentir la gélida corriente invadiendo mi cuarto, noté como si mi propio interior a su vez se refrescara, aireando así los malos pensamientos.

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