viernes, 25 de septiembre de 2020

A medias


Unas veces cambias de instituto en el último minuto. Y otras, de ciudad hace ya dos décadas.

Pero en ambas tienes la sensación de que no fue solo eso lo que cambiaste. Cambiaste tu futuro.

El pasado fue distinto por esos cambios. Cambios que no decidiste tú. O eso te dices: son cartas que te dio la banca. Cartas, que no supiste jugar. Porque hay algunas que puedes comprar, como un billete de vuelta. O una llamada, en lugar de un SMS de los de antes.


Escribir las cosas en su momento. O, mejor escribir su nombre. Ponerle una etiqueta detallada. Con detalles que desconocías: ¿espacios en blanco, quizá? Pero algo, mejor que nada.

O darle a borrar antes de enviar tu vida a la papelera de reciclaje, que irónicamente nunca se recicla.


Por mucho que la RAE recoja el significado de más de 87.000 voces, ninguna será como la tuya. Ella no registra tu mirada, ni el tono... de ninguna de ellas. Tampoco la danza de sus manos en el aire, ese aleteo con los mismos brazos que te llevaron al cielo, la segunda vez aun/aún sin tocarte


Y te preguntas el porqué. Y en tu interior, escuchas a alguien que dice ¿y por qué no?

Pero no hay motivos, ni razón. Solo locura. Fuiste una loca por callarte. Fuiste una loca por no hacerlo. Y lo sigues siendo por querer saber la respuesta a ese “y si...”. Los puntos suspensivos no son los mismos, pero sí existe el mismo suspense ante la otra realidad. Las otras realidades paralelas.

Y justo entonces te das cuenta de que si hubieras intentado resolver el primer interrogante, habría habido un vacío entre el signo de apertura y el de cierre.

Y por eso ahora no puedes parar de teclear para llenar la nada que hay ante ti. Huecos repletos de palabras sin sentido, que nadie puede darle mas que tú, aparte de al Enter.


Así que me veo atrapada al otro lado del espejo, en una espiral del silencio. Lo que no dije a un lado, lo que no entenderán al otro; y en mitad, yo.

Susurro palabras mágicas completando el hechizo, en un idioma en desuso en el que el azul es cielo y mar... y río. Y, solo por eso, abro la boca. Lo justo.

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